Me cruzo con el mono. Así le llamaban al excompañero de trabajo, el mono. Compartimos platitudes bastante básicas: How is it going? es la vaina mientras suenan los motopicos en un día murciano y nublado-
“eh tú!”
Oigo.
Resulta que es para mí, otro antiguo compañero de trabajo, JT. Cocaínomano, jugador, padre soltero y putero con apenas 26 años. Un pieza vamos. Pero ya me he ido y le oigo decir de fondo que qué viejo estoy.
Me jode porque normalmente gente de muy diferentes vainas me alaban porque me ven más joven de lo que aparento.
JT era/es un cabrón. Sé que dice las cosas con malicia. Pero que me afecte es importante ya que…
¿Por qué quiero estar joven?
La juventud es sinónimo de belleza, vida, voluntad de poder. Experiencias y placeres. De ahí que desde Gilgamesh añoremos la fuente de la eterna juventud.
A más corto plazo verte joven ayuda al éxito sexual que tan importante es para tener una existencia hedónica placentera y para generar vínculos afectivos, que tienden, como en una emergencia, a espiritualizarse.
Dicho esto la tendencia de la materia es a la entropía. La tendencia de la vida es a la neguentropía, su contrario. De este modo la vida es una lucha, hasta cierto punto, contra la degradación constante. Y por eso aunque inevitablemente hay cosas que se pueden hacer a nivel individual (detalladas abajo) esta vaina es una lucha constante al filo donde, irremediablemente, el cuerpo muere.
Cosas que podemos hacer:
a) Tomar la vejez como un primer paso de ese ser-para-la-muerte heideggeriano que tendemos a obviar. Procrastinamos la búsqueda de la autenticidad que esta limitación fundamental nos impele a buscar (al contrario que Bill Murray en ese infinito día de la marmota, nosotros no podemos hacerlo todo. Hay que elegir). Usaremos la vejez1 para darnos prisa en buscar ese ser auténtico donde poder escapar del dolor estructural propio de habitar en este mundo de ciega voluntad y falsa representación.
b) Tomar la salud propia como un arte no sólo de no enfermar sino como un phármakon que nos vitalice, que aumente nuestro conatus. Esto implica mucho arte, ciencia, experimentación personal y mejora incremental de nuestros hábitos y costumbres.
c) Superar la vacuidad de los fenómenos y llegar a ese momento, que describe Ramiro Calle, donde más placer, experiencias, poder y orgasmos no sirven. Donde la verdadera satisfacción es la fusión con lo uno2. Aún estoy lejos de ello, pero lo considero una hipotésis probable y que vale la pena investigar.
d) Investigar formas no solo de unión con lo otro sino, lo cual es sinérgico, investigar prácticas espirituales que lleven a una inmortalidad de la identidad. No sabemos si esto es posible, los testimonios son contradictorios y lejos de la certeza, pero cualquier práctica que aumente la consciencia y el poder mental será valiosa en sí misma y la posible recompensa, la inmortalidad del alma, será absolutamente apreciada.
De este modo JT, en su absoluto apego al cuerpo, lo vacuo y banal, proyectando su resentimiento contra mí, ha propiciado en mí esta reflexión que ayudará a hacerme más sabio, no sólo a mí sino a cualquier despistado que lea esto. Hay Bodditshavas que no saben que lo son, y que ayudan al florecimiento de todos los seres en formas retorcidas y caóticas.
He estado meditando en lo abstracto de esta orden y en qué hay que hacerla muy concreta. La tanataraxia sería, como decía Castaneda, el uso constante de la muerte como compañera y potenciadora. La muerte suele experimentarse como un suceso abstracto y lejano y por ello uno debe hacerse consciente de la fugacidad de los meses, días, horas y años y coger el hábito de preguntarse cómo mejor se puede aprovechar tales espacios de tiempo, teniendo en cuenta no solo el presente sino el futuro posible (lo cual implica una síntesis de la esfera de lo auténtico y lo inauténtico, que es más delayed, gregario y mecánico). De este modo nos vamos acercando a una vida que merezca la pena.
En relación con la tanataraxia se puede dar el caso de que una relación más mindful con nuestra consciencia nos lleve a ese estado de presente eterno descrito por tantos místicos. En el día a día precisamos de una consciencia dual y calculadora pero la esperanza es que consigamos que una visión no dual impregne nuestra consciencia ordinaria.